viernes, 21 de febrero de 2014

[Original] KA-HA: Las espadas del Lobo - La espada del Lobo - 22ª Parte: La llama de hielo.

Algo le ha pasado a Sirey, pero mientras tanto tratan de entender los demás portadores de las KA-HA los símbolos de la extraña KA-HA.

Capítulos anteriores:

Libro 1.
La leyenda de las siete Ka-Ha -PROLOGO/1ª Parte: Las tierras del norte.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/2ª Parte: El Clan de los Shul.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/3ª Parte: Los cinco clanes. 
La leyenda de las siete Ka-Ha - 4ª Parte: Una nueva era. 
La leyenda de las siete Ka-Ha -5ª Parte: Bosque maldito (1ª y 2ª Parte).
La leyenda de las siete Ka-Ha - 7ª Parte: Guerra.
La leyenda de las siete Ka-Ha - 8ª Parte: Un nuevo comienzo. 
Libro 2.
La sangre de la pantera  - 9ª Parte: El camino del Sur.
La sangre de la pantera - 10ª Parte: El emblema de la pantera.
La sangre de la pantera - 11ª Parte: Viaje al Este. 
La sangre de la pantera - 13ª Parte: La batalla de Epikas. 
La sangre de la pantera - 14ª Parte: Reencuentro.
La sangre de la pantera - 15ª Parte: El fin de la guerra.
La sangre de la pantera - 16ª Parte: El corazón ardiente. 
La sangre de la pantera - 17ª Parte: Hija del Norte. 
Libro 3.
La espada del Lobo - 18ª Parte: Sholem, la tumba del bosque.
La espada del Lobo - 19ª Parte: El latir de la bestia.
La espada del Lobo - 20ª Parte: El regreso de las Ka-Ha. 
La espada del Lobo - 21ª Parte: Los portadores y el pacto.

La espada del Lobo - 22ª Parte: La llama de hielo.




Tierras del Norte, pueblo de Sholem. 
23º Año del mandato de Jeraqc Braman, 18º Legado de Nurvak. 
Estación del Caballo; Segundo tercio, vigesimotercer día. 


Sirye llevaba dos días inconscientes. Después de relatar lo ocurrido al portador del emblema del Ciervo la joven soltó la espada, dejando caerla al suelo y se desplomó junto a ella. Los portadores la recogieron y la llevaron al dormitorio, Sohal guardo el arma en un lugar seguro sin que su piel la rozara pues ya había sentido el tacto de esta. En el exterior la tormenta cada vez era mas fuerte, la nieve que llevaba cayendo desde hace tres días sin cesar se acumulaba en las ramas de los arboles. Los cinco guerreros estaban reunidos en la sala principal y conversaban, mientras tanto el fuego que calentaba la casa poco a poco se extinguía. 

-Saldré a buscar algo de leña o moriremos congelados si no avivamos el fuego.- Dijo Brektöl. 

-No creo que sea buena idea salir al exterior, podría ser peligroso. - Le insinuó Sohal.- En mi casa había leña guardada la última vez que estuve allí, iré a buscarla. 

-Te acompañare. 

Brektöl y Sohal dejaron la casa y fueron a buscar la leña. 

La noche llego y todos estaban reunidos frente al fuego, discutían lo sucedido y la situación de la heredera de Sheros. Bertam que no prestaba atención a sus compañeros escrutaba el sello de su espada y repasaba el libro de leyes que Sirye había sacado de la tumba del Shuls-Ha. El poder de este era mayor de lo ninguno habría imaginado. No lograba descifrar lo que estaba escrito en el sello, durante años su familia al igual que la se Sylk quisieron descifrar el lenguaje en el que se hallaba escrito el pacto, pero nunca lo lograron. La lengua de los Dioses, incompresible para el ojo del hombre. 


Bertam finalmente dejo su ensimismamiento y se unió a la conversación de sus compañeros. 

-Esa Ka-Ha, la que Sirye tenia ¿Se la entrego el lobo a Sheros?-pregunto Bertam. 

-Eso fue lo que Sheros dijo.-Contesto Sohal. 

-El sello es diferente. Pude verlo y era mas grande había mas caracteres en el. ¿A que crees que se debe? 

-Según lo que me conto, el lobo le dijo que la espada que entrego a Sirkey no era la primera, la espada del Dios. Al parecer ningún mortal puede portarla, solo el mismo podía empuñarla. Esa espada, es el acero del dios, supongo que por eso el sello es diferente al de las demás. 

-Claro… tiene sentido. Eso significa que las espadas reaccionan ante la sangre del que la empuña. Reconocen a la persona que las toca. Así que las Ka-Ha no existían antes que los portadores, si no que el Dios las forjo para aquellos que las iban a empuñar. Pero esa Ka-Ha ya estaba antes que Sirye, es el arma que el Dios usaba para luchar contra las sombras. 

-¿Qué quieres decir con eso Bertam?- pregunto Brektöl. 

-Nada, solo pensaba en voz alta. Estas espadas no son un regalo del Dios, en realidad son un contrato. 

-¿Y de que no sirve eso para la situación en la que nos encontramos?- Dijo Syask.- Creo que deberíamos centrarnos en que vamos a hacer con el bosque. 

-Debemos hacer que se retire y regrese a su lugar. Algo le ha sucedido a Sheika, ha acogido entre sus ramas a un mortal que ansiaba el poder de destruir a los hombres.- Sirye se había levantado de la cama y estaba en pie ante ellos. 

-¡Sirye! Por fin as despertado. –Sohal se levanto y fue hacia ella, pero noto que algo era diferente. 

-Yo ya no soy la persona que una vez fue conocida con el nombre de Sirye, la sangre de Sirkey ya no corre por estas venas. Aunque ella no ha desaparecido, su espíritu duerme en el interior de este cuerpo. 

-Eres el espíritu del lobo.-Exclamo sorprendido Bertam. 

-Os equivocáis, la del lobo es una de las muchas formas que he tomado a lo largo de los tiempos. Yo soy el espíritu del bosque, el Dios Sheika. Ese es el nombre con el que se me ha conocido. Dormí durante mucho tiempo para despertar en un mundo en el que las sombras pueblan la tierra que durante tanto tiempo protegí. Vosotros, los portadores de las Ka-Ha estáis obligados por el pacto a luchar a mi lado y hacer regresar a los demonios a su exilio. Decidme guerreros Shul, ¿Qué vais a hacer? 

-Es la razón por la que nos has hecho regresar así que lucharemos.- Respondió Sohal. 

La joven ya no estaba entre ellos, estaban en presencia de un Dios. Juntarían sus espadas una ultima vez para derrotar la amenaza que había destruido sus hogares y poder descansar finalmente. Recogió el negro acero, espada de Dioses. 

-Debemos viajar al límite del bosque, hacia el sur. Pero primero debo adentrarme en el interior del bosque, buscar al gigante negro y reclamar la espada del ciervo. Pues todas son necesarias para este cometido. Si una sola faltara, no lograríamos nuestro propósito. 

-Te acompañaremos.-Exclamo Sohal. 

Todos se prepararon, se pusieron sus ropas de invierno y aunque la negra arma había sido guardada en la vaina, Sirye no había regresado a su verdadero ser, tal vez jamás lo haría. Sus ojos de color verde eran más profundos que nunca, la tela que acostumbraba a cubrir su rostro había desaparecido dejando que todos la vieran. Abandonaron la casa de Atkmar y pusieron rumbo al interior del bosque. A partir de este lugar, donde una vez se encontró el límite de Sheika, la espesura del bosque era mayor. Caminaron mientras los demonios ocultos entre el ramaje los observaban inquietos, el Dios de aquel lugar había regresado y temían el gran poder que poseía. En la mas inmensa oscuridad Sirye los guiaba entre los arboles hasta que se toparon con el gigante negro. 

-Este es el lugar. 

Los portadores se detuvieron, la chica avanzo hasta el árbol y frente a el saco la Ka-Ha. Pronuncio extrañas palabras, lengua que ninguno de los presentes conocía. 


El árbol rugió, sus hojas comenzaron a moverse, el viento que soplaba con violencia sacudió a los presentes y Sirye repitió otra vez. Pero esta vez comprendieron sus palabras. 

-La llama de hielo arde en el interior de esta espada, el espíritu de Sheika, Dios del bosque. Solo el la podrá empuñar y quemara con su frio a los seres sombríos. Yo, Sheika, Dios del bosque reclamo la espada con el emblema del ciervo. 

El árbol se abrió y de sus entrañas salió la Ka-Ha que un día Sylk porto. La dejo sobre el suelo frente a ella, la joven guardo su arma y recogió la espada que el gran árbol le había entregado. Saco esta de su vaina y ante los ojos de los presentes el sello que había grabado en la espada desapareció, se borro, como el Dios había dicho el pacto había sido cumplido. Guardo esta junto a las dos espadas que llevaba en su cinto. 

-La Ka-Ha ha decidido quien será el nuevo portador. Debemos encontrarlo antes de enfrentarnos a las bestias. 

Dejaron al guardián de las Ka-Ha atrás y fueron en busca del nuevo portador para enfrentar las pesadillas y los temores que a su clan habían acompañado desde que Sirkey, el primero había llegado a las tierras del norte. 

-¿Podéis decirnos quien es el nuevo portador?-pregunto con timidez Bertam. 

-No lo conozco, no se cual es su nombre o su apariencia si eso es a lo que os réferis, pero la Ka-Ha nos guiara hasta el. Solo puedo deciros que se allá en las llanuras de Atnes-Rä. 

Los seis guerreros regresaron a Sholem, montaron los caballos que impacientes les esperaban e iniciaron su marcha en busca del que seria en nuevo portador junto a ellos. La batalla final, el día en que el bosque dejaría de ser tormento de los hombres estaba cerca. Pero en lo más profundo del bosque aguardaba un extraño invitado, una cara familiar que tiempo atrás había entregado su negro corazón a los demonios del bosque. 

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