lunes, 13 de enero de 2014

[Fanfic] Macross 2036: El vuelo del Ícaro - Capitulo 10 - Hierro.

Bueno, ora si empezamos a entrar en la parte medular de este fanfic, dejamos atrás la comedia y nos ponemos serios. Espero haberlos dejado picados la semana pasada, sino... bueno, entonces he fracasado como escritor (dice mientras toma sus cosas para irse en un viaje de autodescubrimiento) Nah, no es cierto, pues si no los deje picados, por algo fue. En fin, esta es la continuación, la respuesta de esa rareza que nuestro personaje Isaac vio.

Capítulos anteriores:

Capitulo 1 - Prologo.
Capitulo 2 - ¿La advertencia?
Capitulo 3 - Base Lunar.
Capitulo 4 - Seguridad.
Capitulo 5 - VF-5000 Star Mirage.
Capitulo 6 - Los Tri-Star.
Capitulo 7 - Guerra.
Capitulo 8 - Komilia Maria Fallyna Jenius.
Capitulo 9 - Sweet Home Alabama.

Capitulo 10 - Hierro.



Cuando vi aquellas fotos es que le pedí a Karen que me llevara hasta aquellos restos. Vaya sorpresa fue la mía cuando me dijo que era exactamente por eso que me había llamado, para investigar aquella nave.

Tomamos cuatro Destroids Cheyenne, y partimos hacia el sitio. Yo iba con Karen, la cual llevaba la cabina de su unidad abierta. La mayor parte del tiempo estuvimos en silencio, hasta que bostece.

Destroid Cheyenne.

    Siento no ser Kara para evitar que te aburras — me dijo un poco indiferente Karen.
    ¿Perdón? — pregunte sin haber entendido del todo aquella declaración.
    Tal vez debería de golpearte para que te sientas mejor Isacc.
    Sigo sin entender tu punto.
    Lo que pasa es que te ves aburrido, y te he observado que con Kara jamás has bostezado. Además, desde que ella llego a la base ya no te pasas a que te ayudemos con tus experimentos.
    Lo siento mucho Karen, pero espero entiendas que aunque es divertido ver algunos de mis inventos funcionando con ustedes, pues la verdad me entusiasma más verlos en un VF que en un Destroid…
    Si… te entiendo… aun así deberías de pasarte a saludarnos de vez en cuando. Te digo que desde que ella llego prácticamente no nos prestas atención.
    ¿A qué viene todo esto?
    Nada, nada, no tiene importancia. Eres mi amigo y te deseo lo mejor, de verdad parece que disfrutas el pasar tiempo con Kara, ¿pero no crees que abusa mucho de ti?
    ¿Abusar? Es casi un milagro que siga con vida, es muy violenta, y algo me dice que se la ha tomado contra mí.

Karen empezó a reír.

    A decir verdad — continuo Karen tras reír — me da mucha risa como se pelean. Es algo violentita la chica sin lugar a dudas, pero algo me dice que lo disfrutas.
    Si… claro, claro, claro, me encanta que me golpe. Es casi un sueño — dije sarcásticamente, cuando a lo lejos empezamos a divisar los restos de esa nave — Sé que es solo un Picket… pero aun así no deja de impresionarme.
    Sujétate Isacc, vamos a acercarnos — me dijo Karen, mientras incrementaba la velocidad.

Picket.

Llegamos hasta la destruida nave, detuvimos los Cheyenne, y de estos desmontaron Karen y Terry cargando con ellos unos rifles de asalto. Mientras que Eledore y Michael se quedaron a bordo de sus unidades haciendo guardia.

Los zentraedi en realidad eran muy descuidados, aun las naves que estos consideraban operativas, y que no pertenecían a la U.N. Spacy, tenían daños por todos lados. Los zentraedi no reparaban jamás nada, sencillamente lo usaban, y si se volvía completamente inútil lo desechaban y hacían otro. Esto aplicaba igual para armaduras, naves y los mismos zentraedi. Esto no hacía a la tecnología alienígena atractiva a la vista. Ahora, estar en una nave que se había estrellado contra la superficie lunar, bueno, imaginen el terrible panorama.

La razón por la cual estábamos allí era por las fotos que me había mostrado Karen. En estas se observaba al Picket estrellado, pero se detectaban extraños contenedores que no parecieran corresponder a la propiedad de los zentraedi. El satélite no mostro señales de radiación o energía procedente de esos contenedores, pero aun así su naturaleza no correspondía a la tecnología zentran.

Entramos a la nave para intentar acercarnos a uno de estos susodichos contendores, y averiguar qué es lo que había en su interior. Mientras nos adentramos, encontramos decenas de cadáveres zentraedi, algunos completamente descuartizados y con las tripas de fuera. Si no hubiera sido por que estaba dentro de mi traje espacial, y que no podía oler aquella podredumbre, juro que me hubiera vomitado.

Por fin estuvimos frente a uno de estos contenedores, era inmenso. Use mis propulsores y me subí sobre este. Saque mi Tablet en busca de alguna lectura inusual, pero nada, la maldita cosa estaba inerte.

    ¿Alguna idea de que son? — me grito Karen desde abajo.
    No se… no detecto ninguna señal de energía — le respondí.

Me quede encima del contenedor, contemplando a mí alrededor. Había varias decenas más por todos lados. Y como las fotos satelitales indicaban, algunos de estos estaban esparcidos por parte de la luna. De repente vi lo que pudiera ser un interruptor para abrir el contenedor.

    ¡Karen! ¡Terry! ¡Suban aquí!

Al poco tiempo de mi grito es que aparecieron por encima del contenedor ese par.

    ¿Qué es lo que paso? — me pregunto Karen.
    ¿Ven eso de allá? Creo que es un interruptor para abrir el contenedor. Ayúdenme a activarlo.

Música recomendada para escuchar a partir de este punto. 

Entre los tres nos posamos sobre el interruptor y comenzamos a saltar sobre este, pero nuestro peso no parecía ser suficiente, así que insistimos una y otra vez, hasta que por fin se dejó caer la puerta. Yo hubiera esperado que saliera vapor, o algo así para hacerlo más dramático… pero no. La puerta sencillamente cayó. Me asome por el borde de este, luego hacia el interior, y dentro pude ver un objeto voluminoso. Lo analice de nuevo con mi Tablet y no detecte ninguna clase de energía, solo el analizador químico fue capaz de identificarlo.

    Y bien, ¿Qué es esa cosa? — me pregunto Terry.
    Hierro — respondí asombrado.
    ¿Hierro? — pregunto Karen.
    Tiene otros elementos, pero la mayor parte es Hierro, solo es Hierro… ¿Para que querrían los zentraedi Hierro?
    ¿Y de dónde lo habrán sacado? — añadió Terry.
    En realidad pudo ser de cualquier lado, el Hierro es un elemento común en el universo. Aunque especulando un poco, dudo que lo hayan extraído los zentraedi mismos. Por los contenedores diría que lo obtuvieron de otro lado, pero aun así. ¿Para qué quieren Hierro? No lo entiendo.
    ¿Y si accedes a la computadora de abordo? A lo mejor hay algo de información al respecto — dijo Karen
    Tal vez… — abrí comunicación con Eledore — Eledore, sigue nuestra señal y trae acá tu Destroid.
    Y dejar solo al tonto de Michael. ¿Estás seguro de eso?
    No hay nadie por aquí, Michael se las arreglará si ti.
    De acuerdo, ya voy, ya voy.

Al poco rato es que apareció Eledore, me acerque a este y subí sobre los impulsores de su unidad. Atrás de este le había adaptado un cable para conectarse a naves zentraedi. ¡Ja! Y los tontos de la U.N. Spacy decían que era algo estúpido. De allí me conecte a la computadora central del Picket con mi Tablet por medio del wi-fi del Destroid.

Había una inmensa cantidad de información, no sabía ni por dónde empezar, además que los zentraedi no eran muy ordenados a la hora de archivar. Si me quedaba allí podría tomar días, o semanas, antes de que pudiera averiguar algo útil con respecto a ese Hierro. No pude pensar mucho en una solución cuando escuchamos los gritos de Michael por la radio.

    ¡Jefa! Se aproximan varios reguld hasta nosotros, y no son aliados, estimo estarán aquí en 15 minutos.
Reguld.

    ¿Reguld? ¿Aquí? — dijo extrañada Karen — ¡Isacc!, tenemos que irnos.
    ¡No!, esto está muy raro. ¿De dónde salieron esos reguld enemigos si se supone se retiraron todas las fuerzas enemigas? Algo no está bien aquí, además, ¿para que necesitan todo ese Hierro los zentraedi?
    Sea lo que sea no tenemos tiempo para averiguarlo, tenemos que largarnos de aquí pero para ayer — pronuncio Eledore.
    ¡Al demonio! Mejor nos llevaremos el disco duro principal — dije determinado.
    ¡¿Estás loco?! — grito Eledore — ¿Cómo piensas llevarte esa monstruosidad a la base?
    ¡Con tu Destroid Eledore! — me gire a donde Karen — Karen, regresa con Terry a los Destroid y consíganme todo el tiempo que puedan. Mientras tanto tú y yo Eledore, sacaremos el disco duro principal de la nave.
    ¡Vamos a morir! — exclamo Michael que había escuchado toda la conversación.
    ¡No!, no lo haremos, hagan lo que les digo.
    De acuerdo — me dijo Karen mirándome a los ojos — Terry, vámonos.

Karen y Terry se fueron por donde habíamos entrado de vuelta a sus Destroid. Mientras tanto yo y Eledore nos aventuramos por los laberinticos pasillos del Picket, en busca del disco duro principal.

Afuera Karen y Terry abordaron sus Destroids, y para cuando por fin los reactivaron, ya estaban al alcance de sus armas los Reguld. Así que sin darles más oportunidad dispararon una andanada de misiles que derribo a 16 de los 60 reguld que se acercaban. De los que quedaron, un tercera parte se dirigió hacia Karen, Terry y Michael. Los Cheyenne no podrán estar fuertemente armados, pero son muy rápidos, y eso les dio algo de ventaja a la hora de enfrentar a los reguld que no esperaban un ataque por debajo de ellos.

Mientras tanto Eledore y yo llegamos a la computadora central del Picket. Descendí del Cheyenne, y me dirigí a donde estaba el disco duro principal.

    ¡Aquí! ¡Clava las tenazas de tu destroid aquí Eledore! — grite.

Eledore no perdió tiempo y así lo hizo, después con suavidad es que saco el disco duro. ¡Era nuestro! Ahora teníamos que salir de allí a toda marcha. De nuevo nos adentramos por el laberinto del Picket, hasta que nos encontramos en el exterior. Un reguld apareció frente a nosotros dispuesto a destruirnos, cuando este exploto. Michael era el que había realizado aquel disparo que nos salvó la vida.

Los cuatro Destroids se reagruparon, y empezamos a alejarnos a gran velocidad de la zona. Los reguld parecieron ignorarnos, y creímos que lo habíamos logrado.

    ¡Eso estuvo de locos! — exclamo con júbilo Eledore, al tiempo que todos los demás nos sentíamos exaltados.

Justo cuando creíamos estar seguros es que varios disparos vinieron desde arriba de nosotros, disparos que aduras penas logramos evitar. Se trataba de un Queadluun, en ese momento no lo sabía, pero era el mismo que había perdonado la vida a Kara.

Queadluun.

 Los Cheyenne maniobraron para evitar el fuego de aquel Queadluun, al tiempo que dispararon sus últimos misiles. El Queadluun los evadió con gran facilidad, en una maniobra donde voló entre ellos.

    ¡Jamás nos va a dejar ir! — exclamo Karen — Lo siento chicos, creo que tendrán que regresar solos.
    ¡¿Pero qué dices jefa?! — exclamo Terry.

Karen no dijo más y abandono la formación, poniendo rumbo al Queadluun. Karen disparo con sus armas sin hacer blanco, pero para cuando estuvo debajo de este, activo los propulsores al máximo, y dio un gran salto con el cual alcanzo al Queadluun. Ambas maquinas se impactaron, y después cayeron sobre la superficie de la luna. Al poco tiempo vimos una gran explosión.

Todos nos quedamos perplejos, no podíamos dar crédito a lo que nuestros ojos estaban viendo. A Terry le empezaron a salir lágrimas de los ojos. Eledore golpeo la consola principal de su unidad con enfado. Michael se comenzó a hiperventilar, mientras gritaba de desesperación. A mí también me empezaron a brotar unas cuantas lágrimas.

Estábamos en nuestro duelo, cuando la radio sonó con una estruendosa voz.

    Chicos, me conmueven. No pensé que les importara tanto.

¡Era Karen!, ¡lo había logrado!, ¡la maldita maniaca estaba viva!

    ¡Karen! ¿Qué fue lo que paso? — le grite.
    La verdad estaba dispuesta a sacrificarme al activar la autodestrucción de mi Cheyenne, pero justo cuando estaba cayendo con aquel Queadlunn es que recordé el exosqueleto volador que instalaste en la cabina de mi destroid, en caso de que tuviera que evacuarlo.
    ¡Se llama Ex-Gear!... ¡Maldita maniaca! — exclame indignado, pero feliz.

Ex-Gear.

Karen solo se rio, y al poco tiempo pudimos ver como volaba al lado nuestro, esta se posó en el Destroid de Michael. Se había salvado por los pelos, gracias a uno de mis inventos que de nueva cuenta la U.N. Spacy había descartado por completo.

En fin, me alegraba de que Karen siguiera viva, pero ahora teníamos que volver a la base, y averiguar qué planes se traían entre manos los zentraedi. Pues aun ignorantes de todo, lo que averiguáramos podía determinar la salvación o aniquilación del sistema solar. Y estábamos ya contra reloj.

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