viernes, 22 de noviembre de 2013

[Original] KA-HA: Las espadas del Lobo - La sangre de la pantera - 9ª Parte: El camino del Sur.

Y comienza un nuevo libro de KA-HA, en estos capítulos podremos conocer el lugar de donde emigro la gente que se estableció en el valle donde era originaria Sirey, y que pareciera se fue al diablo por la ambición de un hombre. Pues de momento todo eso queda atrás, y Sirey tendrá que adaptarse a un nuevo tipo de vida. Por si no recuerdan como iba el relato les sugiero que lean los capítulos anteriores.

Capítulos anteriores:
La leyenda de las siete Ka-Ha -PROLOGO/1ª Parte: Las tierras del norte.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/2ª Parte: El Clan de los Shul.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/3ª Parte: Los cinco clanes. 
La leyenda de las siete Ka-Ha - 4ª Parte: Una nueva era. 
La leyenda de las siete Ka-Ha -5ª Parte: Bosque maldito (1ª y 2ª Parte).
La leyenda de las siete Ka-Ha - 7ª Parte: Guerra.
La leyenda de las siete Ka-Ha - 8ª Parte: Un nuevo comienzo. 

La sangre de la pantera  - 9ª Parte: El camino del Sur. 


Tierras del Legado Nurvak, Orillas del Bosque del norte. 
8º Año del mandato de Jeraqc Braman, 18º Legado de Nurvak. 
Estación del Toro; Segundo tercio, decimoséptimo día. 


Recogió a la niña, cargaba un arma y quería probar si sola se podría apañar, una mano joven y servil siempre era bienvenida en el campamento. El caballero, bien pertrechado tenía la imagen de una pantera en su armadura, de piel recia, las cicatrices de su rostro narraban las incontables batallas de las que había salido victorioso. A la joven le recordaba a los lobos que sobre las vestimentas de su padre descansaban y sin mediar palabra al jinete acompaño. El alboroto formado por el gran gentío que en aquel extraño poblado descansaba sorprendió a la extranjera, pues aquellas casas de telas finas y endebles no comprendía como las duras ventiscas podrían soportar. Pero de repente recordó, ya no estaba en su hogar un lugar nuevo y diferente estaba por descubrir. Dejaron el caballo antes de entrar en las improvisadas calles de aquella portable ciudad y el caballero le indico. 

-Sígueme muchacho, te guiare hasta mi tienda, allí podrás comer y beber algo. Cuando estés descansado si no es hoy que mañana sea, quiero que me demuestres si realmente eres merecedor de cargar con semejante arma. ¿Me has entendido chico? 

Ella asintió con la cabeza. Entraron en una de las tiendas y el hombre le ofreció alimento y algo de agua, la niña asustada lo acepto con dudas y sin soltar el arma comenzó a devorar. 

-Mi nombre es Petro Allen, soy Comandante de la 2ª división del oeste del Legado de Nurvak, a las ordenes de nuestro Capitán general Braman, el mas fuerte legado de las tierras de Amiran. Dime chico, ¿no serás un espía del legado de Orestes?- Ella no comprendía lo que el jinete le decía pero sabia que debía negar.-Tampoco tienes pinta de pertenecer a Epikas, ni a ninguno de los otros. ¿De donde ha salido tu niño? 

Sus miradas se fundieron en una y el guerrero no vio amenaza en la muchacha, tan solo miedo he incertidumbre. 

-Ya veo así que estas solo, no perteneces a tierra alguna, no tienes nombre ni familia y parece que has perdido la lengua. Pero según has dicho antes sabes manejar esa espada o lo que sea. Esta bien, haremos un trato. Si me demuestras que eres capaz de luchar te acogeré como mi protegido, me seguirás allí a donde vaya, tal vez podamos hacer un hombre de ti. Bien demuéstrame lo que sabes. 

Ante la atenta mirada del comandante Sirye saco su arma que con tosquedad había intentado ocultar entre la capa. Se quito el negruzco manto y dejo que Allen pudiera observar en su totalidad la majestuosidad de la Ka-Ha. Desenvaino y el acero brillo como mil soles, su filo capaz de cortar la más fina hoja y atravesar el más grueso cuerpo estaba tan afilado que parecía que ningún hombre jamás la hubiera portado. Contemplo el extraño grabado que tenia el acero en un desconocido lenguaje pero con hermosos caracteres, la elegancia de su forma y la belleza de su totalidad. 

-Tiene lobos tallados en la vaina y esta es de madera... jamás había visto nada igual. Es pequeña. No te ofendas chico, las armas que nosotros usamos son más toscas, más grandes y más largas. Además e de decir que tu acero esta algo curvado, jamás había contemplado un arma igual. 

La niña comenzó a moverse, encadenado los movimientos que tantas veces había repetido en su hogar. El arte de la Ka-Ha jamás observado por un hombre que no perteneciera al clan Shul, suaves y ligeros, cada movimiento tenia sentido para Allen, era un baile, con el que cada paso era una estocada mortal. 

-¿Quien te ha enseñado a luchar así?-Ella no contesto.- Acércate, vamos. 

En cuando se acercó agarro el arma con fuerza, la niña se zafo y con un rápido movimiento la espada en su cuello coloco. El comandante noto como el filo acariciaba amenazante su cuello y con calma le dijo a la niña. 

-Tranquilo no te la voy a quitar, solo quiero verla mejor. Solo verla, te prometo que no la tocare.- Aparto la hoja de su cuello y la puso frente a sus ojos.- ¿Que lengua es esta? Jamás la había visto ¿es tu idioma, por eso no dices nada?- Espero a que contestara.- Mejor, nunca me han gustado los hombres muy habladores. Esta decidido, a partir de ahora serás mi protegido y lucharas a mi lado, ¿que te parece muchacho? 

Sirye envaino la Ka-Ha, se acercó rápidamente a la mesa cogió un trozo de pan y huyo ha esconderse en un rincón de la sala. 

-Tomare eso como un si. Ya que no tienes nombre te daré uno, a partir de ahora serás Loel. Loel del legado de Nurvak. 


5ª GENERACIóN, CLAN SHUL: 
Pueblo de Sholem. Ciclo 429 de Bërt-Ehm. 
Segunda estación, Shot-Sa; Segundo tercio, decimoctavo día. 


Sheros regreso a Sholem, cabizbajo esta vez si sintió perder a su familia. Se adentro en el edificio principal, el dueño del emblema del lobo y saco la espada que llevaba oculta. La escondió, decidió que nadie jamás empuñaría aquella arma, el acero maldito. La guerra estaba próxima, debían prepararse para lo que viniera. 

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